Me niego a dar por bueno el estribillo de cacatúa que escucho constantemente en la publicidad y en los medios de comunicación en el que se nos anima a salvar el planeta. Yo quiero salvar a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos, a mis conciudadanos, a la gente de bien, a los de mi país, a los de mi continente y a los de mi mundo. No quiero -y creo que no puedo- salvar una bola gigante que da vueltas de aquí para allá. Nos invitan a realizar multitud de acciones y sacrificios por el bien del planeta, nunca se refieren a La Tierra, que sería su nombre propio. El planeta es un modo raro de referirse a lo que en realidad se quiere salvar.
Cuando salvamos el planeta con pequeñas acciones diarias, en realidad, estamos salvando a administraciones, instituciones y, por lo general, grandes corporaciones que se benefician de nuestro trabajo gratuito. Hay un ejemplo muy claro con el sector de las grandes embotelladoras: hacen publicidad verde, nos invitan a salvar el planeta gratis, nos adoctrinan con el color de los contenedores y compran la voluntad de los municipios desde una institución sin presunto ánimo de lucro.
Cuando salvamos el planeta con pequeñas acciones diarias, en realidad, estamos salvando a administraciones, instituciones y, por lo general, grandes corporaciones que se benefician de nuestro trabajo gratuito.
Nosotros les separamos el cartón, los residuos, las botellas y el papel para que ellos recojan todo y logren un ahorro significativo en sus costes de producción. Ya hemos dicho alguna vez que el ejemplo paradigmático de ventaja competitiva enunciado por el profesor de Harvard Michael Porter es el liderazgo en costes. Cada vez que reciclamos, ayudamos a las embotelladoras a ganar más dinero. Nosotros, a cambio, recibimos la gratificación de salvar a muy largo plazo un cuerpo celeste. Algo no encaja.
Porque el largo plazo también debería importar. Si a corto plazo ayudamos sobre todo a otros, a futuro, se supone, que estamos consiguiendo la supervivencia de la especie humana sobre el Planeta Tierra en el Sistema Solar. ¿Qué ha pasado con el ser humano? ¿Por qué no salvamos a la humanidad? ¿Por qué no nos salvamos a nosotros mismos? ¿Por qué hay que salvar el planeta?
Habría que preguntarse qué es salvar y por qué el planeta necesita la salvación. Además, los que dirigen el asunto quieren disminuir significativamente el número de seres humanos que habitan la Tierra con su ideología eugenésica y su dogmatismo radical. ¿A quién estamos salvando? No me quedo tranquilo cuando escucho a todas horas esa chorrada de hacer esto y lo otro por el bien del planeta. ¿Y ustedes?