En la semana que ya termina, el brasileño Vinícius, víctima de lamentables episodios de racismo en varios campos españoles, se pasó de frenada, erigiéndose también en juez y recomendando que si el problema continúa le quiten el Mundial 2030 a España. Después se contradijo, minimizando la cuestión, asegurando que los racistas son apenas unos pocos –¿acaso no hay bobos en cada país?– y que en España se vive muy bien. De su pasada participación en el Mundial de Qatar, zona donde algunos derechos humanos se pasan por el forro, no se le ha escuchado opinar.
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