Trump, mucho de negociante nada de economista

Trump, mucho de negociante nada de economista

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Interesantísimo el fenómeno del momento para intentar precisar un poco los diferentes aspectos de lo que comúnmente se llama ‘economía’.

El mundo está sacudido por las recientes medidas de Trump que alteran la estabilidad mundial. No se sabe las consecuencias o qué podrán traer, pero si se puede analizar el sentido en que las toma  y dentro de qué contexto.

El Mandatario americano no es ni siquiera un economista en cuanto a que siga alguna escuela, o teoría en el sentido académico. Solo cree que el Estado es el problema, no la solución; que toda regulación es un obstáculo; que la ley es enemiga de la soberanía y del poder que él representa.

Es básicamente un negociante dentro de un enfoque que corresponde al momento reciente, enriquecido y empoderado en base a marrullas, medio estafas, quiebras ficticias o reales, etc. Su administración del poder se limita a hacer amenazas máximas y después negociar contra qué la desmonta.

Pero nos contribuye para diferenciar las diferentes dimensiones de lo que se llama ‘la economia’.

El discurrir o el funcionar de la economía cuando se estudia como ‘ciencia’ presenta diferentes etapas históricas. Se puede asumir que comenzó con el ‘trueque’, seguido del mercantilismo donde se asociaba con la operaciones comerciales; pasó por los fisiócratas que consideraban que toda riqueza provenía de la explotación de la tierra y solo de ella; cayó en el capitalismo ‘básico’ que centró la naturaleza de la actividad económica en la acumulación de capital; siguió en la instrumentación del mismo en los cambios del modo de producción y las sucesivas ‘revoluciones industriales’ hasta la supremacía del capitalismo funanciero; y evolucionó hacia la preeminencia absoluta del Mercado, la libre competencia y la ‘globalización’ bajo el neoliberalismo.

Una línea alternativa a esta ‘ciencia’ o dentro de ella la planteó Marx al pensar en la etapa no de las transacciones del mercado sino en la etapa de la producción, donde lo esencial son los factores de producción, los sistemas de producción y en especial las relaciones de producción que se derivan, es decir cómo se ordena la sociedad alrededor del ‘modo de producción’. Se puede decir que se concretó la tendencia que ya existía a estudiar la diferencia entre la ‘ciencia económica ‘ que en cierto momento se llamaría ‘economía pura’ y la Economia Política que acabó adquiriendo la connotación de escuelas ‘marxistas’,  socialistas o comunistas, por las orientaciones políticas que se basaron en ella.

Otro aporte diferenciado de la ‘economía’ solo como la ciencia de entender los mercados la presentó Keynes al constatar que los mercados mismos no solo dependían de la oferta y la demanda (la Ley de Say que supone la tendencia a que éstas se equilibraran) sino incidían otros componentes y otras variables que permitían que dicho equilibrio no se estancara en cualquier nivel, sino se pudiera manejar al máximo potencial de la capacidad del aparato productivo interviniendo las relaciones entre el  empleo, la moneda y los intereses. Es decir la macroeconomía para manejar los temas de repercusiones sociales mediante la intervención del Estado a nivel de los agregados y no de los actores del mercado.

Lo que en este momento sucede es que el Sr. Trump confunde su ‘éxito’ empresarial (que podría ser más el de un delincuente) con una ideología que además pretende apoyarse en sus conocimientos (o ignorancia) de los temas económicos.

Lo que parece intentar es modificar toda la economía mundial para volver a un MAGA relativamente mal interpretado (pues nunca los Estados Unidos había sido tan ‘grande’ en el sentido de poderoso como cuando él lo recibió). Pero el error grave no es solo no entender eso, sino su diagnóstico del supuesto mal y de los instrumentos para corregirlo.

Asume que los Estados Unidos han patrocinado al mundo, entregando su capacidad productiva -o la de sus empresas- a diferentes países que se han beneficiado de intercambios comerciales desfavorables, con la consecuencia de montar en sociedades y países extranjeros la competencia a la producción misma de su país.

Su error craso es pensar que se trata solo de un tema de precios de mercado y que puede manejarlos o ‘ajustarlos’  mediante impuestos arancelarios con lo cual lograría en el mediano plazo el retorno de sus empresas a su país, y en el largo plazo una estabilidad en la cual no solo no dependerá de nadie sino será superior como economía a cualquiera que pretenda comparársele.

 No tiene en cuenta (puede que porque no conoce) los análisis Keynesanos  (la importancia de la demanda agregada, el papel de la inversión pública y la regulación monetaria para mantener el pleno empleo y prevenir crisis económicas), y los aspectos de Economía Política que inciden tanto o más que las relaciones de Mercado (al desconocer que la economía depende de la estructura de producción cuando aisla el elemento costo -o sea por ejemplo el elemento mano de obra- del precio final).

Omite que la escencia misma del modelo capitalista es la tendencia a la acumulación de capital y que la praxis produce la dispersión del aparato productivo de las empresas porque responde a ese principio mediante el aumento de la rentabilidad ganando en competitividad por la vía de localizar la producción donde se reducen los costos..

En los Estados Unidos vendrá 1) un aumento del costo laboral que se retroalimenta y multiplica con la política antiinmigrantes que disminuye la oferta de mano de obra; 2) una alza en los costos y los precios bajo la forma de inflación; y 3) una inminente recesión no solo en Estados Unidos sino en todo el planeta.

 Y, al omitir la función de la moneda, asume tácitamente que el dólar es la única divisa universal.  Con su reacomodamiento geopolítico, donde su aproximación a Putin (puede que menos por afinidad ideológica que como estrategia contra el poder ascendente Chino), desconoce el antecedente de la guerra fría y de la naturaleza ‘imperial’ y para algunos ‘expansionista’ de Rusia ; así, uno de los riesgos que corre es que la guerra comercial se enfoque por una guerra en la que (como ya se ha iniciado) Rusia busque imponer el Rublo como único medio de pago en su zona de influencia. O más probable aún que China, que tiene más cupo libre en dólares y papeles del Tesoro americano que lo que permite el cupo de emisión de la Reserva Federal y de gasto discrecional del Gobierno, decida simultáneamente soltar esas reservas y negociar solo en Yuan (CNY) o Renminbi (como se llama internamente).

 En últimas la ‘guerra comercial’ podría terminar en un debilitamiento del dólar como divisa.

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