La torrija, ese dulce que despierta las memorias de la Semana Santa, ha trascendido generaciones y se ha convertido en uno de los postres más queridos. A lo largo de los años, han sido muchas las pastelerías que han perfeccionado este manjar, dándole su toque único y diferenciador. Si estás buscando las mejores torrijas, ya sea para disfrutar de una receta tradicional o para probar alguna innovadora, hay varios lugares que te harán vivir una experiencia única de sabor.
Desde los clásicos tradicionales hasta propuestas modernas con toques creativos, las recetas son variadas y deliciosas. A continuación, te ofrecemos una guía con las mejores pastelerías donde podrás probar las torrijas más exquisitas y originales.
Casa Mira: tradición y calidad en cada bocado
Uno de los lugares más emblemáticos de Madrid cuando se trata de disfrutar de dulces artesanos es Casa Mira, una tienda con más de 157 años de historia. Situada en pleno Madrid de los Austrias, muy cerca de las Cortes y de la Puerta del Sol, Casa Mira no solo es famosa por sus turrones, sino también por sus deliciosas torrijas, un clásico que sigue la receta tradicional, aunque con el mismo esmero que caracteriza a todos sus productos.
Fundada en 1855 por el maestro artesano Luis Mira, Casa Mira es conocida por ofrecer lo mejor de la repostería artesanal, utilizando ingredientes de la más alta calidad. En su carta de productos navideños y de Semana Santa, las torrijas ocupan un lugar destacado. Elaboradas con pan brioche empapado en leche infusionada con canela, naranja y limón, las torrijas de Casa Mira son suaves, jugosas y con un toque delicado que las hace irresistibles. No es de extrañar que, durante la Semana Santa, esta tienda se convierta en un punto de peregrinaje para todos los amantes de la pastelería tradicional.
Terracota: una versión innovadora de la torrija
Si buscas algo más innovador, Terracota, una pastelería moderna en el barrio de Salamanca, ofrece una versión contemporánea de la torrija que ha conquistado a los más golosos. El joven empresario leonés Ignacio Sánchez fundó Terracota con la idea de combinar la tradición con la creatividad, y su torrija caramelizada con salsa de toffee es uno de los platos más destacados de su menú.
Esta torrija es todo un espectáculo para los sentidos: el pan brioche se empapa en leche infusionada con canela, naranja y limón, pero lo que realmente la hace especial es su proceso de reposo de 12 horas antes de ser servida. Tras este tiempo, las torrijas se caramelizan en el horno con azúcar glass, lo que les da una textura crujiente por fuera y suave por dentro. Además, la acompañan con una quenelle de helado de dulce de leche, creando un contraste de temperaturas y sabores que convierte este postre en un bocado único.
El proceso de elaboración en Terracota también es un ejemplo de atención al detalle. El pan brioche, que se utiliza como base, es de una calidad excepcional, y la infusión de leche y especias se deja reposar el tiempo justo para que cada rebanada se empape correctamente. El toque final, la salsa de toffee casera, le aporta una dulzura envolvente que transforma esta torrija en una experiencia gourmet.
Madreamiga, torrijas al horno con un toque especial
Otra de las pastelerías que se ha destacado en la ciudad por su enfoque innovador hacia las torrijas es Madreamiga, la panadería y pastelería de Begoña San Pedro. En Madreamiga, las torrijas se preparan de una forma completamente diferente, con un toque moderno que las hace menos grasas pero igualmente deliciosas. En lugar de freírlas, como es común, Begoña opta por hacerlas al horno, lo que les da una textura más ligera.
Para conseguir la mejor torrija, Madreamiga utiliza pan brioche enriquecido con leche, lo que le da una textura suave y esponjosa. Además, se recomienda dejar reposar las rebanadas de pan en la leche infusionada con canela y cítricos durante un tiempo, para que absorban bien los sabores. El truco, según Begoña, es que la leche esté bien fría antes de empapar el pan, para que este no se deshaga. Después de este proceso, las torrijas se hornean a 220 grados con azúcar glass, lo que les da ese toque crujiente que las hace tan irresistibles.
La torrija de Madreamiga es menos grasienta que la versión frita, lo que la convierte en una opción perfecta para aquellos que buscan disfrutar de este dulce sin remordimientos. Además, Begoña ofrece recomendaciones para acompañarlas, como una infusión de canela en rama, piel de naranja y limón, que potencia aún más su sabor.
No importa si prefieres una torrija tradicional, hecha de manera artesanal con pan brioche y leche infusionada, o si te atreves con una versión más moderna, caramelizada y acompañada de salsa de toffee y helado. Lo importante es que puedes encontrar algunas de las mejores torrijas del país, cada una con su propia interpretación de este dulce clásico que, año tras año, sigue ganando corazones.
Pastelería del Pozo: la versión más clásica de las torrijas
Fundada en 1830, la Pastelería del Pozo es la más antigua de España en activo. Situada en pleno centro de Madrid, conserva una estética de otra época y un método de trabajo totalmente artesanal, lo que la convierte en un tesoro del patrimonio repostero de la ciudad. Sus dulces más emblemáticos son los hojaldres, los roscones y, especialmente, los bartolillos madrileños, un postre que elaboran a mano y solo en fin de semana por su complejidad.
Aunque no es famosa por sus torrijas como otros establecimientos tradicionales, en Semana Santa suelen ofrecer una versión clásica y sencilla del dulce, elaborada con pan especial, leche aromatizada y rebozado frito en aceite limpio. Su sabor casero y textura esponjosa reflejan la fidelidad de esta pastelería a las recetas originales de toda la vida.
El Riojano, considerada como la mejor torrija de Madrid
El Riojano es una de las pastelerías con más solera de Madrid. Fundada en 1855 por el pastelero de la reina María Cristina, se encuentra en la calle Mayor y conserva el mobiliario original del siglo XIX. Su escaparate, siempre lleno de delicias tradicionales, es un homenaje a la repostería clásica madrileña, donde se da especial protagonismo a los dulces de temporada.
Sus torrijas son un clásico de Semana Santa y han sido galardonadas como las mejores de Madrid en varias ediciones del concurso de la Asociación de Pasteleros Artesanos (ASEMPAS). Se elaboran con pan artesanal empapado en leche infusionada con canela y cítricos, rebozadas y fritas con mimo, hasta conseguir una textura suave por dentro y crujiente por fuera. También ofrecen una versión de vino, más intensa y aromática.
La Campana: un emblema de las torrijas en Sevilla
La Campana es una de las confiterías más emblemáticas de Sevilla, con más de 130 años de historia. Fundada en 1885 y situada en plena Campana, uno de los puntos neurálgicos de la ciudad y paso obligado de todas las procesiones de Semana Santa, este establecimiento es un icono de la repostería sevillana. Su escaparate, siempre lleno de delicias tradicionales, es una parada obligatoria tanto para sevillanos como para turistas.
Durante la Semana Santa, La Campana se convierte en un templo del dulce típico andaluz, y entre sus estrellas destacan las torrijas. Elaboradas con pan especial empapado en leche infusionada con canela, azúcar y limón, y posteriormente rebozadas en huevo y fritas, las presentan bañadas en miel o vino. Su sabor es intenso, la textura jugosa y la receta se mantiene fiel a la tradición. Es habitual ver colas en la puerta para hacerse con ellas durante esta época del año.
El Mimbre, las torrijas de toda la vida
El Mimbre es una de las pastelerías más reconocidas de Málaga, famosa por su enfoque artesanal y su cuidada selección de productos. Desde su apertura, se ha ganado la confianza de los malagueños gracias a su compromiso con la calidad y la tradición. Este establecimiento se distingue por la elaboración de una repostería que respeta los sabores de siempre, pero con un toque moderno y sofisticado que atrae tanto a locales como a visitantes.
Durante la Semana Santa, El Mimbre se convierte en un referente de la ciudad para disfrutar de torrijas. Estas deliciosas piezas de repostería se elaboran con pan casero, empapadas en una suave mezcla de leche, azúcar y canela, y luego fritas hasta alcanzar el punto perfecto de crujiente por fuera y tiernas por dentro. Se sirven cubiertas con un baño de azúcar y canela, lo que las convierte en una verdadera tentación para quienes buscan un dulce tradicional en esta época del año.