El montañismo, y su versión adaptada para todos los públicos como puede ser el senderismo son dos actividades beneficiosas para fortalecer nuestra salud física y nuestra musculatura. De eso nadie tiene dudas. Pero es que, además, lo que se denomina ‘monterapia’, hace referencia a la manera en la que la montaña, la soledad con la que la observamos, y todo lo que experimentamos cuando estamos en ella tiene que ver con la desconexión auténtica.
«No puedo prometer la felicidad absoluta, pero sí ofrecer al lector una válvula de escape que todos tenemos a nuestro alcance, y que puede servirnos de ayuda, mucho más de lo que imaginamos». Así es como el autor del libro ‘Monterapia’ (ed. Diéresis) definía su propuesta, que nace en la montaña y llega hasta lo más profundo de nuestras emociones. Juanjo Garbizu, su autor, habla de cómo un entorno natural y nuestro contacto con él puede contribuir a mejorar nuestra salud mental y nuestra paz interior.
Aprender a apreciar el silencio, un bien escaso
En una sociedad presidida por la presión constante, las prisas, las ‘miradas hacia otro lado’… la monterapia se ha revelado como una forma de vida que va más allá de las propias cumbres, que se adapta a todo tipo de formas físicas y tiene que ver con nuestra manera de afrontar la existencia cotidiana, a lo más profundo de nuestro ser.
Quienes defienden las bondades de la monterapia hablan del equilibrio emocional que proporciona mimetizarse con la naturaleza, independientemente de lo altas que sean las cumbres que subamos, o la longitud del recorrido. Sin ir más lejos, el autor habla de que la montaña es una fantástica escuela para que tanto el niño como el adolescente entiendan de primera mano que lograr ciertas cosas u objetivos necesita de un esfuerzo.
Víctimas en la mayoría de los casos de un mundo digital, dominado por los móviles y las redes sociales, los jóvenes no conocen el silencio. Desde que son pequeños van perdiendo la capacidad de la contemplación pura, la voluntad de admirar un paisaje que no sea virtual.
Mirar los problemas cotidianos con perspectiva
La monterapia tiene beneficios inmediatos sobre nuestra percepción de la realidad. Según los expertos en salud mental, pocas terapias hay tan efectivas como tomarnos un respiro, desconectar por unas horas de un mundo que nos arrastra, y pasear por la montaña. Allí, si nos lo proponemos, podremos enfocar los problemas desde una perspectiva más positiva. Sólo debemos esforzarnos por recuperar la capacidad de la contemplación.
Quienes defienden la monterapia hablan de su valor para ejercitar la paciencia, otro bien escaso en la sociedad de hoy en día. Si aprendemos a vivirla en la montaña, es muy probable que, con el tiempo, vayamos extrapolándola a nuestro día a día, aprendiendo a separar lo esencial de lo accesorio. Ahí también estaremos quitándole argumentos a nuestro estrés.
«Caminar por el monte es una forma de sencilla, económica y eficaz de tomar distancia con los problemas del día a día», expresa el autor del libro Monterapia.
Dos formas de beneficiarnos de esta práctica
Garbizu distingue dos formas distintas de experimentar la montaña. En la primera habla de vivirla en soledad, sin la compañía de nadie, tan sólo dejando que nuestros sentidos se dejen llevar por los sonidos, aromas, texturas y formas de la naturaleza. Una vivencia introspectiva y contemplativa, sin distracciones.
La segunda forma de acercarse a los beneficios de la montaña es hacerlo en grupo, con amigos, familiares o la pareja. De esta manera, el aprendizaje es otro, y los vínculos que se crean muy especiales.
¿Qué necesitas para beneficiarte de la monterapia?
Para iniciarse en este deporte que entrena sobre todo la salud mental, la autoestima, la paciencia, la capacidad de superación… no necesitamos nada más que unas zapatillas de deporte y ganas de observar y mirar hacia dentro al mismo tiempo. Una mochila con algo impermeable, agua y un bocadillo serán más que suficiente para iniciar la ‘terapia’.
A cambio, el monte nos enseñará a valorar la esencia, y la sobriedad. En definitiva, a mejorar nuestra calidad de vida de una forma rápida y asequible. Como dice Garbizu al comienzo de su libro, “la montaña tiene mucho más en común con la vida de lo que crees. Suelo decir que un día en ella equivale a dos en la ciudad, por lo menos. Incluso una naranja o un bocadillo saben diferente».
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