Pablo González o Paweł Rubtsov; un nombre que sostiene uno de los mayores escándalos de supuesto espionaje más destacados de los últimos tiempos en nuestro país. Porque este ciudadano español, que ejercía como periodista freelance, fue detenido y estaba siendo investigado por Polonia como presunto colaborador de los servicios de inteligencia de Rusia. De hecho, en Varsovia temen que haya facilitado información particularmente sensible a Vladimir Putin sobre sus servicios de contraespionaje.
Las últimas revelaciones en torno al caso Pablo González han desatado una profunda polémica en Polonia. A partir de su detención, multitud de testimonios vienen apuntando la posibilidad de que este ciudadano de nacionalidad española y rusa fuese en realidad un agente encubierto de los servicios de inteligencia del GRU, la agencia del Kremlin.
Disidentes rusos en diferentes partes de Europa aseguran que Pablo González les hacía seguimientos y que aparecía en todos los actos a los que acudían; también hay periodistas que manifiestan su extrañeza por el modo en que trabajaba el español, con desplazamientos y coberturas que difícilmente podría pagar un informador freelance.
Todo eso es lo que trasluce a partir de que estallara el escándalo en torno a su actividad, aunque las autoridades de Polonia tendrían más elementos de juicio sobre su supuesto desempeño a las órdenes de Vladimir Putin, obteniendo información valiosa sobre objetivos en territorio occidental.
Así, el 27 de febrero de 2022 fue detenido en Polonia acusado de diversos cargos relacionados con el espionaje. Su captura suscitó cierto revuelo en España, toda vez que desde determinados colectivos arremetían contra Cracovia por mantenerlo retenido -hasta 900 días- sin haber tenido un juicio.
Liberación de Pablo González
Finalmente, el 1 de agosto de 2024 fue liberado; no debido a que Polonia confiase en su inocencia, sino porque formaba parte de uno de los mayores intercambios de prisioneros entre Rusia y occidente de los últimos tiempos. Al aterrizar en Moscú fue recibido por el mismísimo Vladimir Putin, junto a otros agentes detenidos en el extranjero acusados de actividades subrepticias. Una imagen que, según fuentes de seguridad consultadas por Vozpópuli, pone de manifiesto sus vínculos con el Kremlin.
Pero la crisis vivida en Polonia va más allá de su supuesta actividad en este país de Europa oriental o de su detención. Porque tras su liberación se ha conocido que Pablo González tuvo acceso a información sensible en vísperas del intercambio de presos que le llevó a Moscú.
El español Pablo González. Europa Press
El periódico polaco Rzeczpospolita recoge en los últimos días una batería de informaciones sobre esta supuesta filtración de datos sensibles. Un fiscal citado por este diario asegura que, antes de cerrar la investigación, Pablo González ejerció sus derechos señalados en el artículo 321, párrafo 1, del Código de Procedimiento Penal, lo que le permitió tener acceso a todas las pruebas sobre su presunto espionaje en favor de Rusia.
Entre estas pruebas había algunas con el mayor nivel de confidencialidad. En ellas se recogía material de la actividad de la contrainteligencia polaca en torno a su persona. Los servicios de contrainteligencia se dedican, principalmente, a la detección y neutralización de actividades hostiles en su propio territorio, dedicadas a la obtención de información por vías ilícitas, por lo que la información relacionada con este ámbito está envuelta siempre con el mayor hermetismo.
Investigación interna
La nueva polémica desatada en Polonia orbita en torno a varias preguntas: ¿cómo es posible que Pablo González tuviera acceso a información clasificada sobre sus servicios de contrainteligencia en vísperas de su intercambio con Rusia? ¿Conocían las autoridades judiciales que se estaba fraguando el canje? De ser así, ¿por qué le entregaron el expediente?
Fuentes de seguridad consultadas por Vozpópuli aseguran que una crisis de esta envergadura obligará a reevaluar los procedimientos de actuación de los servicios de contrainteligencia polacos. O lo que es lo mismo, a cambiar los protocolos de seguimiento y neutralización de servicios potencialmente rivales. Especialmente si esa información ha llegado a manos de Rusia, en este caso, Estado con el que mantienen mayores hostilidades.
Además, obligará a abrir una investigación interna para determinar qué parte del protocolo falló para facilitar a Pablo González información tan sensible poco antes de ser entregado a Rusia y ser recibido personalmente por Vladimir Putin.
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