Luz María Zapata sigue siendo una figura polémica al frente de Asocapitales. Su reciente reelección hasta 2026 ha desatado una tormenta de críticas y descontento entre los alcaldes del país, evidenciando por qué su liderazgo ha sido más un impedimento que una ventaja para la asociación.
Desde su llegada a la dirección en 2018, Zapata ha mostrado una preocupante falta de adaptación a las necesidades cambiantes de las ciudades capitales. Su estrecha relación con el expresidente Germán Vargas Lleras ha levantado sospechas sobre posibles conflictos de interés, lo cual ha generado una erosión en la confianza de los miembros hacia su gestión. Esta cercanía política ha resultado en decisiones que benefician más a ciertos grupos que a la colectividad.
Las quejas no se limitan a la gestión interna. Alcaldes prominentes como Federico Gutiérrez, de Medellín, han denunciado su actitud grosera y poco colaborativa, describiendo cómo Zapata ha manejado las situaciones con una falta de profesionalismo inaceptable. Este estilo autoritario y la falta de apertura al diálogo constructivo han sido un lastre para la organización, que necesita urgentemente una dirección más eficiente y transparente.
Zapata también ha sido criticada por su resistencia a la reforma estatutaria propuesta, la cual busca modernizar Asocapitales y adaptarla a las realidades actuales. En lugar de facilitar el cambio, su permanencia prolongada ha estancado la capacidad de la asociación para influir efectivamente en las políticas públicas y mejorar la administración de los municipios.
Su reelección ha generado un malestar generalizado, especialmente cuando la gestión de los recursos y la capacidad de respuesta a las demandas de los municipios han estado en entredicho. La resistencia a una nueva elección y la negativa a modificar los estatutos para una alineación más coherente con los periodos de los alcaldes reflejan una gestión más preocupada por la autoconservación que por el progreso real.
En definitiva, Luz María Zapata ha demostrado ser un obstáculo para el avance de Asocapitales y, por ende, para el desarrollo de las ciudades que representa. Su permanencia en el cargo no solo ha demostrado ser ineficaz, sino que ha frenado la capacidad de la organización para enfrentar los desafíos del presente y del futuro. Es hora de una reestructuración urgente para asegurar que Asocapitales pueda cumplir con su misión de manera efectiva y sin los lastres de una gestión obsoleta.