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Cuando el grisáceo Darío Acevedo exdirector del centro de memoria histórica empezó en esa institución, la derecha también lo hizo lo propio torciendo, acomodando, tratando y sobre todo negando cualquier hecho comprobado -o a punto de serlo- que relacionaba a Álvaro Uribe con masacres, desplazamientos y despojo de tierras.
El espectáculo es bien triste de ver cuando se sienten presionados como empiezan a cuestionar las cifras de ejecuciones extrajudiciales, o cuando sus exfuncionarios son condenados gritan que fueron decisiones judiciales politizadas “que nacieron del acuerdo Farc Santos”.
Desde el 6 de agosto de 2022 se dejó la memecracia inaugurada por Duque, (que hubiera sido muy divertida si no fuera por lo nefasta y mediocre que resultó), y al día siguiente empezó la semiocracia, es decir, la de los símbolos: La espada de Bolívar, el sombrero de Pizarro, la sotana de Camilo Torres y frases de Gabo traídas al contexto “del cambio”, “todos merecemos una segunda oportunidad sobre la tierra”.
El asunto se ha escalado y extendido a estas fechas por cuenta de los restos humanos en La Escombrera, si bien es cierto que la JEP no ha dicho oficialmente que dichos restos son de la Operación Orión, la CIDH ya sentenció, “(En el marco de Orión) se dieron desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, atentados contra la vida y la integridad personal, amenazas de muerte y desplazamientos de los habitantes de la Comuna 13”,
Además, no había que ser como Néstor Morales, para sugerir que los mismos habitantes en vez de darle santa sepultura a sus seres queridos, los arrojaban a dicho lugar.
Así es que tuercen todo, dejando la semilla de la duda a ver si germina para que se vuelva en una mentira frondosa y de frutos
Así es que tuercen todo, dejando la semilla de la duda a ver si germina para que se vuelva en una mentira frondosa y de frutos.
Lo del “comandante” Polo Polo y las botas de caucho, pues es muy de su estilo tratando de desvirtuar esos símbolos tirándolos a la basura, porque alega que a su escritorio no le han llegado los números de cédula, ni que música oían, ni con que jabón se bañaban los 6.402 asesinados extrajudicialmente en la época de Uribe.
Ah, pero cuando la JEP publique esa información (ojalá lo haga solo con los números de cédula), desde Polo Polo pasando por Paloma Valencia y llegando hasta Catherine Juvinao, apuesto lo que sea que van a desgañitarse diciendo que esa institución dice mentiras porque (de nuevo) es espuria y fruto del acuerdo Farc-Santos.
Es un libreto bien aprendido con dos objetivos claros, negar hasta la madre si es necesario para lavarle la imagen al colombiano más ilustre según History Channel, Alvarito Uribe y de paso pavimentarle el camino -o inflar, como uds deseen nombrar- a sus candidatos presidenciales, léase la Juvinao y Catherine Miranda a Claudia López y Uribe a Vicky Dávila -está claro que, aunque ella se lance por firmas un guiño de Álvaro bastará para que caiga rendida ante sus crocs.
Y en esas llevan los dos años y medio de este gobierno dirigentes, alcaldes, gobernadores, bodegueros, empresarios, fiscales y periodistas de derecha, negando hasta la saciedad las atrocidades cometidas en el gobierno Uribe. Les pueden poner las pruebas en el rostro y se seguirán defendiendo como maridos infieles cuando les muestran chats y videos del adulterio cometido.
En el caso de los murales en Medellín se pusieron bravitos porque pintaron a Uribe con la frase, “él dio la orden” y alegan que esos grafitis “son mensajes de odio y división” y Fico en su inmensa ignorancia, o desespero, o las dos anteriores remata con esta perla, “el arte no puede ser político”.
Aquí no se ni por dónde empezar, pero tratemos, ¿no les gustan los mensajes de odio y división?, ¿Entonces porque en sus marchas gente orate quema y pisotea afiches con la imagen del presidente? (acá el asunto de los símbolos de nuevo), ¿por qué tratan sus bodegas de posicionar todo el tiempo el hashtag #fuera Petro? Ustedes no bajan de violador y terrorista al presidente y de paso a cualquiera que haya votado por él.
Sigo, uno de los grandes cuadros de la historia del arte en Colombia lo hizo Alejandro Obregón y se llama Violencia, se inspiró en lo que vio el cartagenero el 9 de abril de 1948 estando en Bogotá, una mujer embarazada linchada con un tiro en la cabeza, ¿Fico hubiera censurado esa obra? Capaz que sí.
Antonio Caro, el padre del arte conceptual en Colombia, hizo en 1974 un busto de sal del presidente Lleras Camargo en una urna de cristal y le echó agua para que se diluyera y así representar la baja popularidad que tenía, el agua rompió la urna y se inundó la galería.
Entonces lanzo propuesta para un hashtag, #ficonohagaelridiculo.
Los antropólogos, sociólogos, historiadores y en general investigadores de la violencia en Colombia son en su mayoría formados en universidades públicas, la derecha me imagino que los cataloga como nichos del mamertismo, bueno, entonces que la Sergio Arboleda inaugure facultad de Ciencias Sociales y de decano pongan al impresentable de Darío Acevedo, y Mafe Cabal dicte cátedra sobre su punto de vista sobre la masacre de las bananeras, y Francisco Arboleda el exfiscal pruebe que Uribe escribió el argumento de la primera parte de Mi pobre angelito, la famosa película, porque desde chiquito su sueño era combatir la delincuencia y también porque el título le hace honor a su carrera política.
Armen su verdad y sosténganla con pruebas, la izquierda no la negará, no habrá necesidad, porque su narrativa construida y pegada con babas y verdades a medias se caerá por si sola.
Posdata: lo que se percibe hoy en día es que no toda la gente de derecha es uribista y no todos los(as) de izquierda son petristas. Y menos se ubican en el centro viendo a nulidades como Fajardo representando ese espectro político. Ni Uribe ni Petro son dueños de esa “marca”, hay muchos matices y puntos de vista, no le coman cuento a la polarización que nos venden grupos de Whatsapp, X y Facebook, hay vida más allá de las redes.
Del mismo autor: La Villa de Leyva que viví, y el caos estrato 12 que es ahora
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