Estas son las claves para construir la paz territorial en Caquetá

Estas son las claves para construir la paz territorial en Caquetá

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Introducción

Con ocasión de los importantes avances en la Mesa de diálogos y negociaciones con Estado Mayor de los Bloques y Frentes/EMBF de las Farc que lidera Calarcá Cordoba en el Caqueta, aportamos la siguiente reflexión sobre los procesos de transformación territorial y ambiental en estos territorios de la Amazonia colombiana en el marco de la superación del conflicto social y armado que durante décadas ha golpeado a la población de dichos espacios geográficos.

Aproximación a la Paz territorial

El gobierno que lidera el presidente Gustavo Petro impulsa en Colombia una política integral en la búsqueda de construir un ambiente de tolerancia y convivencia entre los diferentes sectores y clases que componen la sociedad colombiana. Es lo que se ha llamado la «paz total» y pretende superar las “fórmulas fragmentarias y consecutivas” (Cepeda, 2023) que se han aplicado en el pasado para resolver el conflicto armado.

Se trata de no repetir los errores de los anteriores procesos de paz que se han realizado en Colombia, que al limitarse sólo a «bajar las armas» y a «parar el fuego», dejaron vivos los factores económicos, sociales, políticos y culturales que generan el conflicto. Así, el país entró en un círculo vicioso de insurgencias y rebeliones sucesivas, diálogos y firmas de acuerdo de paz, y poco tiempo después, surgimiento de «disidencias» que reinician la guerra.

En la dinámica de la política de paz total, el gobierno modificó, adicionó y prorrogó los efectos de la ley 418 de 1997, ha avanzado en el acercamiento, diálogo y formalización de negociaciones con grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional ELN, el Estado Mayor Central de las Farc EMC y la Segunda Marquetalia. También ha promovido acuerdos parciales entre pandillas juveniles en Buenaventura, Choco y Medellín, y ha realizado acercamientos con otros grupos armados –urabeños y Autodefensas de la Sierra Nevada- a fin de lograr su desmovilización y reintegración social.

Paz territorial.

En medio del proceso de obtener apoyo político y social para darle legitimidad popular a la “paz total”, se han realizado innumerables reuniones y eventos con las comunidades y las organizaciones sociales de las regiones impactadas por la violencia, y en dicho intercambio se ha fortalecido el concepto de “paz territorial”, que hizo parte de los acuerdos de La Habana firmados entre el Estado Colombiano y las Farc-Ep.

¿Qué es la “paz territorial”? En una primera fase la paz territorial se define como una política que parte de la identificación de los problemas de seguridad, convivencia y paz en cada territorio, y de la precaria articulación en las políticas, planes y proyectos que se da entre los territorios y entre éstos y el centro del país. Es una paz construida desde los territorios.

Los problemas del enfoque territorial de la paz

No obstante, dicho concepto no ha tenido mayor desarrollo teórico-práctico por varios motivos que es necesario precisar. En primer lugar, en las negociaciones con el gobierno de Santos se establecieron unas “líneas rojas” en cuanto a que no se aceptaban cambios que implicaran una transformación sustancial del modelo económico y del régimen político. Ello se constituyó en un obstáculo para que la paz territorial contara con fuerza social y política.

En segundo lugar, debido a la presión política de los opositores del proceso de paz se acordaron condiciones de desmovilización de los combatientes en donde tenían que salir de los territorios donde tenían alguna base social, presentándose el fenómeno de que las comunidades quedaban solas y abandonadas a su suerte, y los espacios territoriales fueron copados por integrantes de grupos armados que no se habían desmovilizado.

Un tercer factor consiste en que el proceso de paz de Santos no afectó a las economías “no lícitas” que tienen presencia en las regiones (tráfico de drogas y armas, minería ilegal, trata de personas, extorsión y secuestro, lavado de activos, etc.). Así, los beneficiarios principales de dichas economías ilegales promovieron el surgimiento de nuevos grupos armados para mantener el control territorial y garantizar el flujo normal de sus economías y ganancias.

El Plan Nacional de Desarrollo, Colombia, potencia mundial de la vida

Ahora bien, el actual gobierno ha aprobado un Plan Nacional de Desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida” en donde los territorios ocupan un lugar central para avanzar en la construcción de la paz total, el bienestar y la justicia social. Se ha definido la política de reordenar el territorio alrededor del agua y de hacer la paz con la naturaleza, como aspectos centrales de dicha política. Tales conceptos requieren fuerza social para materializarse.

Así, entonces, existen las condiciones para que el concepto de “paz territorial” sea apropiado por las diversas comunidades y poblaciones de los diferentes territorios de nuestro país, para producir transformaciones de carácter estructural que superen los factores económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales que generan el conflicto armado, como es la enorme desigualdad, inequidad e injusticia existente en este país.

Claro está que el nivel de transformación del territorio no dependerá de un decreto o una ley, como lo comprobó la experiencia vivida durante el proceso de paz del presidente Santos. Tales transformaciones dependen del grado de organización y claridad política que tengan las comunidades en sus respectivas regiones, y de la correlación de fuerzas que tengan las diversas clases y sectores sociales con respecto a quienes ejercen el poder territorial de hecho (empresas transnacionales, ganaderos, comerciantes, mineros ilegales, narcotraficantes, etc.).

Es evidente que el gobierno puede ayudar a que dicho proceso tenga concreción práctica en las diversas regiones que se han ido identificando a lo largo de estos últimos meses, en donde el ELN y EMC tienen presencia e influencia como la Cuenca del Río Micay, el Catatumbo, Nariño, Norte del Cauca, Chocó, Arauca, Meta, Caquetá y Putumayo, Guaviare, etc. No obstante, dicha tarea requiere de gran claridad conceptual para no repetir los anteriores fracasos.

Bases conceptuales de la transformación territorial en el marco de la Paz total

Transformar los territorios para la paz, tal como está planteado en la Mesa de negociaciones con las guerrillas del EMC, implica elaborar un marco conceptual y teórico básico pero coherente que sirva de referencia performativa a las acciones y programas que se van a ejecutar, para que tal proceso no se limite a dimensiones puramente empíricas o factuales, asociadas con políticas públicas, ejecuciones gubernamentales o inversiones empresariales.

Desde los Acuerdos de Paz con las Farc-Ep en el segundo semestre del 2016, el tema territorial ingresó con mucha fuerza tanto en los pactos firmados en el Teatro Colón como en la implementación de cada uno de los componentes del consenso alcanzado. Desde aquel año se planteó la necesidad de dar un enfoque territorial y local a la paz. Siguiendo esa orientación se organizaron los Programas de Transformación Territorial PDET con sus correspondientes planes en 170 municipios del territorio nacional, que no han tenido éxito por causa de la corrupción de las elites locales y regionales.

Hoy, en el marco de la Paz total y de los diálogos y negociaciones tanto con el ELN como con el EMC se ha sugerido adelantar una estrategia de “Transformación de los territorios” con focalizaciones específicas en las regiones más deprimidas y en condiciones de pobreza, como son los casos del Cañón del Micay, la cuenca del río Catatumbo, Caquetá, Guaviare, Putumayo, Chocó, Arauca, noreste de Antioquia, sur de Bolívar y sur del Meta.

Adelantar una estrategia de paz enfocada en esos territorios para lograr su transformación en función de la convivencia, la justicia social y ambiental implica establecer los contenidos de tal objetivo, sus definiciones, sus problemas y sus componentes.

En principio se necesita determinar qué tipo de paz es el que se quiere alcanzar. ¿Una paz negativa? ¿Una paz positiva? ¿Una paz estructural? De otro lado, se requiere establecer los alcances de lo territorial y lo local; caracterizar su construcción en su doble dimensión jurídico-institucional y político-comunitario.

¿Qué entender por paz?

La paz debe mirarse en sus diversas manifestaciones, bien como una paz minimalista, una paz maximalista o una paz intermedia; como una paz estructural; como una paz enfocada en la resolución de conflictos; y como una paz realista y pluralista.

En suma, a la altura del actual debate sobre la paz, es Galtung (2003) quien nos ofrece la mejor concepción de la paz como una mesa de tres patas: una negativa, una positiva y una cultural; pero en general la paz puede asumirse como una negación –ausencia de violencia– y como una afirmación –justicia social–.

¿Qué es el territorio y que es la territorialidad?

En la definición del territorio ha de considerarse su doble naturaleza: la física y la simbólica. El territorio no es solo su parte física, el espacio geográfico y paisajístico, es también su componente humano, cultural y simbólico que nos lleva a introducir el concepto de la territorialidad.

En ese sentido la territorialidad puede entenderse como un imaginario subjetivo de los espacios, como la forma de vinculación de las comunidades con su espacio geográfico y humano. Lo que quiere decir que el territorio se imagina y se construye individual y colectivamente, es una construcción social y refleja las luchas de clases, sus aciertos y fracasos, así como el acumulado de lo que una comunidad entiende por su territorio.

El territorio es espacio de construcción y de apropiación social, lo que por supuesto sugiere que el espacio y el territorio se producen y no se pueden reducir a una fracción de tierra con sus elementos esenciales. Igualmente, el hecho de que el espacio y el territorio se produzcan socialmente, nos conduce hasta el plano del poder y en concreto del Estado, ya que, por norma general, cuando tal cosa se presenta se configura un escenario de poder y de resistencia.

En ese sentido, el Estado busca crear territorio de forma vertical, por medio de las divisiones político-administrativas, planes de ordenamiento territorial, usos del suelo, régimen electoral etc. A esa práctica autoritaria se contrapone uno de resistencia de las comunidades que se adscriben o se identifican con los lugares físicos en el que habitan, viven y se reproducen su vida individual y colectiva/comunitaria y lo hacen sin importar los límites geográficos ordenados mediante decretos o leyes por el Estado. Por eso el territorio es una elaboración social y encarna las luchas sociales, sus victorias y sus derrotas. Lo que, desde luego, se da en el escenario de la lucha por la paz.

El ejercicio del poder y la resistencia muestran claramente la dimensión político-simbólica del territorio y en este caso de la transformación del territorio en el proceso de diálogos y negociaciones de la paz. Dado que las poblaciones y comunidades se organizan territorialmente con regularidad, lo local y regional se convierten en un elemento imprescindible para la formación de la conciencia e identidad y para la subjetividad política.

Así que una de las primeras reivindicaciones en términos políticos de cualquier comunidad converge en el territorio, por ser este el lugar común construido e imaginado. Es por tal razón que el territorio es una variable básica para construir la paz, es lo que resalta la importancia estratégica de la transformación de los territorios.

En suma, el territorio y su transformación debe mirarse como una variable dinámica y en movimiento en la que intervienen tanto el Estado como la sociedad civil en un claro ejercicio del poder y de la resistencia. En ese sentido, la transformación del territorio para la paz debe mirarse como un conjunto de reformas, cambios y transformaciones necesarias para impedir la reproducción del conflicto violento en los territorios que, de manera directa, intensa y prolongada lo han sufrido, donde se plantean los problemas más decisivos para conseguir una paz duradera.

Así, la paz es territorial en el sentido de que transforma la espacialidad de la guerra, lo que significa que el territorio, ese espacio de vida apropiado material y simbólicamente, vuelva a cumplir –o cumpla por fin– las funciones colectivas que ha perdido por causa del conflicto social y armado.

La transformación territorial bien podría definirse como la creación de condiciones efectivas para el mantenimiento de la paz en los territorios que de manera más directa e intensa sufren la guerra; considerando por lo demás los elementos constitutivos de tal transformación.

Además, la transformación territorial implica entender las prácticas y discursos que actores institucionales y de base comunitaria despliegan en la cotidianidad a favor de su construcción.

La Paz territorial es una sumatoria de distintas variables en las que son esenciales la participación democrática de la ciudadanía, la institucionalidad moderna y la inclusión social, que de construirse efectivamente en el territorio darán origen a un elemento clave para el Estado en las regiones: la legitimidad, que, a su vez, se construye por medio de instituciones transparentes, capaces de garantizar efectiva y eficientemente los derechos fundamentales de las comunidades.

Hay que tener en cuenta que todos estos conceptos se montan sobre una premisa central: si la guerra y el conflicto armado se concentran en algunas regiones específicas del país, la construcción de la paz debe hacerse en esa misma clave. Lo que se refleja en que la paz tiene que priorizarse como transformación territorial en las regiones más golpeadas por el conflicto. Lo anterior quiere decir que la paz debe ser transformación de los territorios.

De otro lado, la transformación del territorio se debe ver como un proceso político y dinámico que se articula a Planes de vida digna, del cual participan actores estatales y de bases comunitarias, con posiciones frente a la paz que en ocasiones se complementan, pero que en otras se oponen; que busca que los territorios recuperen las funciones colectivas perdidas a causa de la guerra, para lo cual resulta oportuno la intersección y movilización por parte de las comunidades de su imaginación moral y geográfica.

Imaginación moral y transformación territorial

La imaginación moral en clave de paz territorial es la capacidad que impulsa actos creativos destinados a tejer mejores relaciones internas y externas. Está compuesta por sueños y anhelos, y reflexiones sobre la correlación armónica cuerpo-comunidad-territorio, sobre posibilidades de unidad de la comunidad y la conciencia de lo que hay que reparar y cómo hacerlo, como señala Peña (2019). También implica la capacidad de imaginar algo anclado al mundo real, pero a la vez ser capaz de dar a luz aquello que aún no existe. Es decir, para que se construya paz territorial en el escenario real es fundamental que primero ocurra en la imaginación de los sujetos, dado que la imaginación impulsa a la acción.

Imaginación geográfica y transformación del territorio

La imaginación geográfica se entiende como la sensibilidad hacia la importancia del lugar, el espacio y el paisaje en la formación y conducta de la vida social, lo que permite a los individuos reconocer la función del lugar en su propia vida, en relación con los espacios que ve a su alrededor. No se trata únicamente de términos técnicos de la geografía, sino de la significación de narrativas e imaginarios sobre los lugares (toponimia). La imaginación geográfica se caracteriza por visiones sobre la forma de concebir el paisaje económico-ecológico, la relación de la comunidad con el mundo no humano, los ritmos y las formas de apropiación cotidiana del espacio, y las posiciones sobre el proyecto territorial.

La tensión es una característica permanente de toda transformación territorial que busca que los territorios recuperen las funciones colectivas perdidas a causa de la guerra, para lo cual resulta oportuna la intersección y movilización por parte de las comunidades de su imaginación moral (sueños) y geográfica (realidades). Se trata entonces de la capacidad de imaginar y hacer que en un territorio ocurran acciones éticas con y para los otros, conectadas con lo bueno y lo bello.

Las condiciones para construir la Paz territorial

La transformación del territorio para la paz territorial le exige al espacio geográfico cinco condiciones y garantías para su construcción: i) Producción sostenible que proteja el medio ambiente, la biodiversidad y la naturaleza; ii) Seguridad de la comunidad para garantizar el derecho a la vida; iii) Disfrute y espiritualidad como una manera de proteger la vida cultural de las comunidades; iv) Afirmación de la identidad para enriquecer la pluralidad; y v) arraigo, permanencia, movilidad y encuentro.

La transformación territorial en el Caquetá

Para aplicar los fundamentos conceptuales planteados a la realidad del departamento de Caquetá es necesario caracterizar dicho territorio, su población y sociedad en la dinámica de lo que ha ocurrido históricamente, la forma como fue poblado por pueblos indígenas antes del arribo de los europeos, y los procesos de colonización posteriores que giraron alrededor de la búsqueda de oro, la explotación de la quina y el caucho, y posteriormente las colonizaciones realizadas en la segunda mitad del siglo XX.

Caquetá es uno de los treinta y dos departamentos que forman la República de Colombia. Su capital es Florencia. Está ubicado al sur del país, en la región de la Amazonía. Con 88.965 km² es el tercer departamento más extenso —por detrás de Amazonas y Vichada—. Todos sus municipios forman parte de los territorios focalizados PDET.

La región del Caquetá se inicia en el piedemonte andino y termina en los escarpes de Araracuara, en plena selva amazónica. Grandes ríos bañan el territorio, todos afluentes del río Caquetá, que le sirve de límite por el sur. Entre estos ríos destacan el Ajajú, Apaporis, Yarí, Caguán y Orteguaza, navegables por embarcaciones menores.

A excepción de las poblaciones que se hallan situadas en las bases de la cordillera y unos pocos caseríos indígenas en las márgenes de los grandes ríos, el resto del territorio se halla prácticamente deshabitado y cubierto de espesa selva tropical húmeda, con una temperatura de entre 27º y 29º.

Mapa 1. Localización de Caquetá en Colombia

Fuente: Instituto Amazónico de Investigaciones Amazónicas, Sinchi (1999)

Mapa 2. Mapa físico del Caquetá

Fuente: Instituto Amazónico de Investigaciones Amazónicas, Sinchi (1999)

Mapa 3. División político-administrativa de Caquetá

Fuente: Instituto Amazónico de Investigaciones Amazónicas, Sinchi (1999)

Mapa 4. Mapa hidrográfico del Caquetá (principales cuencas hidrográficas)

Fuente: Instituto Amazónico de Investigaciones Amazónicas, Sinchi (1999)

Mapa 5. Mapa de suelo de la zona nororiental del departamento del Caquetá

 Fuente: Instituto Amazónico de Investigaciones Amazónicas, Sinchi (1999)

Mapa 6. Degradación por erosión en Caquetá

Fuente: Instituto Amazónico de Investigaciones Amazónicas, Sinchi (1999)

Al observar los mapas del Caquetá de cómo se ha ubicado la población y organizado los municipios y analizar algunas cifras de uso de suelo, deforestación, degradación de los suelos por erosión, se puede hacer una caracterización de lo que es esta región de Colombia. La forma como se han constituido y organizado los municipios, apiñados en el piedemonte andino como parte del Macizo Colombiano, pero como estirándose hacia la selva amazónica, hacia el oriente y lo desconocido, refleja muy bien el sentimiento de miles de colonos de origen campesino andino (paisas, tolimenses, huilenses, nariñenses, etc.) que buscaban un lugar en la tierra para vivir, después de haber sido expulsados de sus territorios por el hambre o por la violencia.

Los ríos que nacen en la cordillera andina parecen atraerlos hacia la selva, pero esos campesinos curtidos en diversos procesos de colonización han decidido apegarse de alguna manera a la montaña, aunque las dinámicas impuestas por el gran capital los han ido empujando hacia el oriente, potrerizando unos suelos que no son aptos para la agricultura por medio de los cultivos de uso ilícito (coca) y luego, convirtiendo esos potreros en haciendas ganaderas. Ese dúo (narcotráfico y ganadería) impulsa un proceso continuo de deforestación de la selva que atenta contra la vida y degrada los suelos y el territorio.

Se puede afirmar que el departamento del Caquetá, sus 16 municipios y sus distintos asentamientos indígenas, rurales y urbanos, se han estructurado espacial y temporalmente como parte de los procesos históricos que explican la ocupación y utilización de la Amazonía colombiana en el contexto del desarrollo nacional, lo cual ha implicado numerosas integraciones, desintegraciones y redefiniciones territoriales en los últimos años.

Entonces, aplicando los fundamentos anteriormente de la transformación territorial en el marco de la paz total, se debe impulsar un encuentro amplio e incluyente de todos los sectores sociales caqueteños para desarrollar la imaginación moral y geográfica al servicio de la «paz territorial». Ello implica convocar a toda la población a soñar de manera colectiva, a diseñar un plan de vida que fortalezca los aspectos positivos que se han construido en el pasado y superar los aspectos negativos que pesan como un fardo impidiendo el progreso y la justicia social.

Las comunidades caqueteñas, las autoridades locales y departamentales, las organizaciones sociales, las ONGs, las corporaciones ambientales, las universidades y demás instituciones públicas y privadas, deben desarrollar un proceso de diálogo, deliberación y toma de decisiones dirigidas a diseñar un proceso continuo y permanente de transformación del territorio, de la población y de toda la sociedad, para construir las bases estables y fuertes de la paz con justicia social.

De acuerdo al concepto de transformación del territorio en lógica de paz total, son muy importantes temas como la producción sostenible, pero con alta productividad, la seguridad integral de las comunidades, el disfrute de la vida y el desarrollo de una espiritualidad de nuevo tipo, la afirmación de la identidad del pueblo caqueteño, y el fortalecimiento del arraigo, permanencia, movilidad y encuentro creativo de los diversos sectores sociales y étnicos que existen en la región.

Es evidente que el tema de la economía y la producción sostenible estará en el centro de la transformación territorial. Las demás garantías planteadas con anterioridad (seguridad, disfrute de la vida, nueva espiritualidad, identidad y arraigo) surgen en ambientes democráticos y de participación ciudadana, que tienen como concreción la resolución de los conflictos que giran alrededor de la forma como la sociedad se apropia del territorio y lo coloca al servicio de una vida productiva, creativa, con bienestar, felicidad y en paz.

Además de resolver los problemas que tengan que ver con el acceso a la propiedad de la tierra, la construcción de vías carreteables y conectividad digital, ampliación y fortalecimiento de servicios públicos (energía eléctrica, agua potable, vivienda, educación, salud, saneamiento básico, etc.), el tema central de la transformación del territorio tendrá que concentrarse en el problema de la producción sostenible en esta región específica.

La producción campesina que ha sobrevivido a la presencia y competencia de los cultivos de uso ilícito, debe contar con unas experiencias y un potencial muy importante para avanzar hacia nuevos procesos en donde la producción de materias primas debe pasar a procesos de transformación que le agreguen valor con base en desarrollos tecnológicos y a una nueva relación con la naturaleza. El Plan Nacional de Desarrollo PND ofrece amplias oportunidades para que la creatividad y la innovación de los campesinos caqueteños haga posible el surgimiento de nuevas líneas de producción agraria aprovechando las especies vegetales amazónicas.

De igual manera, esos mismos campesinos organizados en red colaborativa pueden generar energía con base en fuentes renovables (eólica, solar, hídrica), impulsar el turismo ecológico y cultural, y forzar a los grandes ganaderos a iniciar un proceso de reconversión de sus haciendas y fincas hacia una ganadería silvopastoril que implica recuperar los bosques tropicales y convivir con ellos en armonía productiva. En ese mismo sentido deberán explorar nuevas formas de aprovechamiento forestal, en donde se convive con la selva y el bosque tropical con base en técnicas y prácticas de explotaciones maderables responsables del cuidado de la naturaleza.

Todo lo anterior será posible si la sociedad caqueteña consigue superar las lógicas de las economías «no lícitas» y se empeña en transformar estructuralmente el territorio. Seguramente se necesitarán muchas campañas de reforestación y permitirle a la selva que en paz pueda recuperar su riqueza y biodiversidad natural. No obstante, lo principal es que los diversos sectores sociales y comunidades puedan construir formas propias de autogobierno que impongan nuevos paradigmas de vida a las instituciones oficiales, y de esa manera desarrollen otras formas de «democracias desde abajo» que serán la concreción de ese imaginario moral y geográfico que requiere la transformación territorial.

Referencias bibliográficas

Galtung, Johan (2003). Paz por medios pacíficos: paz y conflicto, desarrollo y civilización. Bakeaz, Bilbao.

Gobierno Nacional (2023). Plan Nacional de Desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida”.

Instituto Amazónico de Investigaciones Amazónicas, Sinchi (1999). Caquetá: construcción de un territorio amazónico en el siglo XX. Florencia, Caquetá

Peña, Luis (2019). Paz territorial: conectando imaginación moral e imaginación geográfica. Documento de Trabajo. Instituto colombo-alemán para la Paz CAPAZ. Bogotá, Colombia

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