Más allá de los vinos ecológicos se encuentran los biodinámicos, que profundizan aún más en todos los aspectos de la naturaleza y también tienen en cuenta la influencia de la luna. Cuando todos los viticultores se están dando cuenta de que la salud de los suelos- hoy gravemente deteriorados-, es un asunto imprescindible para la salud del viñedo, Rudolf Steiner (1861- 1925), su creador, ya lo explicó hace años.
Este austriaco y hombre ‘renacentista’- fue educador, arquitecto, autor teatral, creador de la antroposofía… también ocultista como mandaban las modas de su época- concebía las granjas como organismos vivos y complejos que debe respetar el equilibrio del ecosistema. Y, como decíamos, creía en el influjo de los ciclos de la luna en las plantas.
Viñedos en Bodegas Cruz de Alba, cultivados en biodinámica.
En definitiva, adiós a pesticidas y demás familia para mejorar la fertilidad del suelo y lograr una auténtica biodiversidad (fauna y flora en armonía). En España los más avanzados comenzaron a utilizar esta filosofía de la viña tímidamente hace unos veinticinco años y hoy es un movimiento en marcha con numerosos partidarios.
Así se pudo comprobar en “Sintiendo Paisajes II”, un simposium ya en su segunda edición celebrado en Bodegas Cruz de Alba, situada en Peñafiel (D.O. Ribera del Duero), una casa ejemplar que cultiva en biodinámico desde 2008, que cuenta con el prestigioso certificado DEMETER y busca un rendimiento equilibrado, sin estrés añadido a sus cepas.
Devolver a la tierra lo que es suyo
Lo más granado de esta tendencia hoy en auge estuvo presente y hablaron numerosos viticultores (ver cuadro del final) llegados desde distintas partes del mundo con un santo y seña común: la biodinámica es lo único que devolverá a la tierra lo que es suyo y la salud de la viña.
Todos los bodegueros participantes en Sintiendo Paisajes II.
Las cuestiones analizadas trataron las bondades de la viticultura biodinámica para los suelos, el impacto de la viticultura moderna en estos sustratos, la protección del entorno y, finalmente, una cuestión clave: cómo afecta un terreno sano y con biodiversidad al producto final, el vino.
Entorno natural y cosmos
Conseguir un ecosistema complejo en el que prime el respeto al suelo no es cuestión baladí. Para Sergio Ávila, viticultor y enólogo de Cruz de Alba, bodega anfitriona, la viticultura biodinámica “es la clave para favorecer la conexión y el equilibrio entre todos los elementos: las vides, los suelos, el entorno natural y el cosmos. El objetivo es velar por el ecosistema, lograr un viñedo sano y vivo, y conseguir así que el vino exprese su origen con plena definición y pureza”.
Sergio Ávila en el centro, junto al matrimonio Bourguignon en los extremos.
Conseguir esta salubridad no es fácil, pero los seguidores del movimiento biodinámico cuidan sus viñas agregando o rociando distintas infusiones y preparados de materias primas naturales (vegetales y animales) que obtienen de la naturaleza y ellos mismos elaboran. Desde estiércol a sílice, flor de manzanilla, ortiga, corteza de roble… son mixturas complejas, que dejan a lo mejor reposar durante largo tiempo bajo tierra para lograr los mejores compostajes. Y siempre utilizan agua de lluvia.
Vinos biodinámicos contra el cambio climático
Quizás ese aspecto holístico es el que, de puertas para fuera, reste credibilidad a esta filosofía que se preocupa de las partes como la suma de ellas para lograr un todo. Muchos han creído ver en esta teoría de sanación del viñedo la solución única para enfrentarse a retos actuales como el cambio climático, la escasez de agua y la búsqueda de vinos de la máxima pureza y expresión.
Detalle del viñedo de Bodegas Cruz de Alba, donde producen vinos biodinámicos desde 2008.
Las fases de la luna, otro elemento a tener muy en cuenta, con días concretos para la poda, sembrar, etc. No obstante, la teoría biodinámica también tiene sus detractores: los agricultores de fincas contiguas les acusan de llevar a sus tierras insectos no deseados que, desde su punto de vista, son nocivos para la cepa. Pero lo mismo sucede con los agricultores biodinámicos, que temen que les contaminen los pesticidas por las aguas que, inevitablemente, pueden llegar a sus viñedos.
Cuidar fauna y flora
Todas las intervenciones de los participantes fueron interesantes y aleccionadoras. Lydia y Claude Bourguignon afirmaron que “el 95% de la fauna del subsuelo ha muerto. Para luchar contra esto, es importante que la fauna (encimas, bacterias, hongos…) esté en profundidad en la tierra, no sólo superficialmente y, para ello, una buena permeabilidad del sustrato es imprescindible”.
Para Jaume Gramona, “en el Penedés, el 15% de las plantas muere por el calor. Buscamos prácticas ancestrales como las podas en vaso, que son las ‘podas de respeto’, lo mejor para el viñedo”. Lydia Bourguignon volvió a destacar que “cada terruño da un sabor distinto a la uva, por ejemplo, la syrah en granito es mucho más fría que en tierra caliza, la arcilla da carnosidad…”.
Cada ponente llevó muestras de los vinos biodinámicos de su bodega que se probaron al final del encuentro en cata dirigida.
Otras conclusiones que se sacaron de este encuentro fue que la regeneración del suelo puede tardar entre 3 y 10 años, según su degradación y también se abogó por la tracción animal para trabajar la tierra ya que las máquinas actúan de apisonadora impidiendo su imprescindible oxigenación. Se abogó por la libertad de uvas a utilizar , limitadas actualmente por los Consejos Reguladores, ya que hay variedades centenarias aún no reconocidas y se destacaron las bondades de las cubiertas vegetales en el viñedo… Como colofón y mensaje a destacar: un gran “No” a la globalización de los vinos, que es a lo que según ellos, nos están llevando las prácticas actuales en el campo.
Participantes en “Sintiendo Paisajes II”
Lydia y Claude Bourguignon, de Domaine Laroque d’Antan.(Francia), Jaume Gramona, de Gramona (Penedès), Emi Gómez de Lavinaventura Vins (Alt Penedès), David Sampedro y Melanie Hickman de Bhilar y Etérea Kripan (Rioja Alavesa), Begoña Troncoso de Adegas Xangall (Rías Baixas), Jonas Etling de Wine by Jet (Lago de Zurich en Suiza), Antonio Galán de Muchada-Leclapart (Jerez) y Sergio Ávila, viticultor y enólogo de Cruz de Alba en la Ribera del Duero,
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