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El paro nacional de camioneros que se está viviendo actualmente en Colombia no solo afecta la logística del país, sino que tiene un impacto mucho más profundo y menos visible: el emocional y psicológico, especialmente en los niños y jóvenes. Es fácil pensar que los menores no comprenden la magnitud de lo que ocurre, pero precisamente por esa falta de comprensión es que pueden experimentar mayores niveles de ansiedad y temor.
Los adultos enfrentan este paro con una mezcla de incertidumbre, miedo y frustración. Los niños y jóvenes, que son perceptores agudos del estado emocional de sus padres y cuidadores, captan estas emociones, incluso cuando no se expresan verbalmente. Los niños saben que algo no está bien, sienten la tensión en el ambiente, y al no tener las herramientas cognitivas para entender por completo la situación, se enfrentan a sentimientos de abandono y desesperación.
Sensaciones de Abandono y Desesperación en los Niños y Jóvenes
Para muchos niños, el paro ha significado no poder asistir a sus colegios o tener a sus padres trabajando desde casa bajo niveles de estrés elevados. Esta ruptura en su rutina diaria puede ser percibida como una pérdida de seguridad. Para otros, puede implicar ver a sus padres exponerse al salir a trabajar en un contexto de riesgo. En ambos casos, hay un sentimiento de inseguridad, de no saber qué sucederá mañana.
Cuando los adultos que deberían ser un pilar de fortaleza están visiblemente preocupados, los niños no solo perciben la inseguridad del presente, sino que también proyectan miedos hacia el futuro. La mente de un niño puede llenar esos vacíos de información con especulaciones que muchas veces son más aterradoras que la realidad misma. Esta percepción de amenaza constante puede generar efectos negativos en su salud emocional, como problemas para dormir, dificultades para concentrarse en sus estudios, y una sensación persistente de miedo o ansiedad.
La importancia del apoyo y la tranquilidad de los adultos
Es fundamental que los adultos asuman un rol activo en la gestión de esta crisis desde el punto de vista emocional. No basta con ocultarles la realidad; es importante explicarles, con un lenguaje adecuado a su edad, qué está sucediendo, siempre reforzando la idea de que se está haciendo todo lo posible para solucionar el problema. Es esencial mostrarse como seres fuertes y valientes, no desde la negación del miedo o la incertidumbre, sino desde la capacidad de afrontarlo con esperanza y resiliencia.
Los adultos deben ser conscientes de que su actitud frente a la adversidad será imitada por los menores. Si logramos transmitir tranquilidad, confianza y una actitud proactiva, no solo estaremos mitigando el impacto del paro en nuestra propia salud mental, sino que estaremos creando un entorno emocionalmente seguro para los niños y jóvenes. Recordemos que, para ellos, los adultos somos héroes, y en estos momentos de crisis, tenemos la responsabilidad de mostrarles que, aunque el camino sea difícil, saldremos airosos y victoriosos.
Construyendo seguridad emocional en tiempos de crisis
La clave está en la comunicación honesta y el apoyo constante. Los niños y jóvenes necesitan sentir que, a pesar de las dificultades, cuentan con adultos que los protegen, que son fuertes y que están decididos a encontrar soluciones. Esa sensación de respaldo les permitirá desarrollar resiliencia y aprender a manejar sus propias emociones en tiempos de incertidumbre.
En última instancia, las crisis, aunque dolorosas, también pueden ser oportunidades para enseñarles a nuestros niños y jóvenes sobre la importancia de la solidaridad, la paciencia y la esperanza. Así, más allá de los desafíos inmediatos, estaremos ayudándoles a crecer como personas más fuertes, empáticas y resilientes.
Es momento de convertirnos en el refugio emocional que necesitan, de ser la fuente de seguridad que tanto buscan y de demostrarles que, a pesar de las tormentas, siempre hay una salida hacia la calma.
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