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El fenómeno del aturdimiento mentalDesde la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia, se ha consolidado un fenómeno entre sus seguidores que podría describirse como un aturdimiento mental, una suerte de desconexión entre la realidad y la narrativa que defienden con fervor. Se trata de un fenómeno que combina idealización extrema, resistencia a la autocrítica y una visión maniquea del país, en la que solo existen dos bandos: los defensores de Petro y sus enemigos.
La perspectiva psicológica y sociológicaEl fenómeno del aturdimiento mental no es exclusivo del petrismo, pero en este contexto se ha exacerbado por la manera en que el líder del movimiento ha sabido capitalizar la frustración y el descontento social. Desde la psicología y la sociología, autores como Gustave Le Bon y Erich Fromm han analizado cómo los regímenes autoritarios surgen a partir de sociedades mentalmente enajenadas. Le Bon, en «La psicología de las masas», señala que «las masas nunca han tenido sed de verdad. Se apartan de la evidencia que no les agrada y prefieren divinizar el error si éste las seduce». Por su parte, Fromm en «El miedo a la libertad» explica cómo los individuos, ante la incertidumbre, prefieren aferrarse a líderes autoritarios que les prometan certezas, aun cuando esto implique la pérdida de su capacidad crítica y autonomía.
La excusa del bloqueo y la intención de evadir controlesUna de las principales excusas de los seguidores de Petro es que no lo han dejado gobernar, argumentando que las instituciones del Estado han bloqueado sus reformas. Sin embargo, lo que realmente ha ocurrido es que el mandatario ha intentado evadir los límites de la Constitución y desconocer los organismos de control. Ejemplo de ello es su insistencia en impulsar decretos y medidas que han sido frenadas por la Corte Constitucional por exceder sus facultades, como lo sucedido con la reforma laboral por decreto. También ha intentado debilitar el control de la Procuraduría y la Contraloría sobre su administración, alegando una supuesta persecución política cuando estas entidades han evidenciado irregularidades en la ejecución de recursos públicos.
El discurso oficialista y su impacto caóticoEl discurso oficialista, plagado de promesas de cambio estructural y transformaciones radicales, ha generado un efecto de embelesamiento en un sector de la población que, a pesar de la falta de resultados tangibles, sigue viendo en el líder del Pacto Histórico una figura infalible. Esta postura impide el reconocimiento de errores administrativos y decisiones cuestionables que han marcado su gobierno.
Políticas económicas y la defensa incondicionalUno de los ejemplos más evidentes de este aturdimiento se observa en la defensa incondicional de políticas económicas que han generado incertidumbre en los mercados y afectado la inversión extranjera. Mientras analistas advierten sobre el impacto negativo de algunas medidas, los petristas se refugian en la idea de que cualquier crítica proviene de sectores que buscan sabotear la transformación del país.
La manipulación mediática y la polarizaciónAdemás, el relato oficial ha encontrado eco en redes sociales y medios alternativos afines al gobierno, donde se construye una realidad paralela que justifica cualquier tropiezo con teorías conspirativas o ataques contra la «prensa hegemónica». Así, el debate público se contamina con discursos en los que la desinformación y la polarización son los ingredientes principales.
Escándalos de corrupción y falta de transparenciaA esto se suman diversos escándalos de corrupción y malos manejos dentro del gobierno de Petro. Casos como el de la financiación irregular de campañas políticas, denuncias de nepotismo y contrataciones dudosas han puesto en entredicho la transparencia del gobierno. La salida de funcionarios clave en medio de acusaciones de corrupción y malos manejos administrativos, como el escándalo en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) con sobrecostos en contratos, han sido minimizados o ignorados por sus seguidores más fervientes.
Comportamientos dudosos de funcionarios y ausencia de liderazgoEl comportamiento de altos funcionarios cercanos a Petro también ha generado polémica. Armando Benedetti, exembajador en Venezuela, protagonizó un escándalo de audios filtrados en los que se insinuaban irregularidades en la financiación de la campaña presidencial. Carlos Ramón González, actual director del Departamento Administrativo de la Presidencia, ha sido señalado por su papel en decisiones administrativas controversiales y la asignación de contratos cuestionados. Mientras tanto, el propio presidente Gustavo Petro ha sido criticado por sus constantes ausencias en eventos clave, incumplimientos de agenda y retrasos que han afectado el normal desarrollo del gobierno.
Reformas fallidas y descontento generalizadoEn el ámbito de las reformas, el gobierno ha fallado en la implementación de cambios estructurales que prometió en campaña. La reforma a la salud, por ejemplo, ha sido ampliamente criticada por expertos del sector, quienes advierten que lejos de mejorar la prestación del servicio, podría generar caos en el sistema. La reforma laboral y pensional también han generado incertidumbre, con propuestas que han sido rechazadas por gremios económicos y sindicatos por igual.
Seguridad y la fallida «Paz Total»Otro punto de controversia ha sido la política de seguridad. Mientras el gobierno insiste en diálogos de paz con grupos armados, la violencia en varias regiones del país ha aumentado. La estrategia de «Paz Total» ha sido cuestionada por la falta de resultados concretos y la creciente presencia de disidencias de las FARC, ELN y otros grupos criminales en territorios estratégicos. Esta situación ha generado críticas no solo de la oposición, sino de sectores que inicialmente apoyaron la idea de negociaciones de paz.
La necesidad de una autocrítica realEn una democracia sana, la crítica y el cuestionamiento deben ser herramientas de construcción y no motivo de exclusión. La esperanza de un cambio real no puede depender únicamente de lealtades ciegas ni de la negación de los hechos. Quizás, cuando el ruido de la propaganda se disipe, muchos petristas comenzarán a despertar de su aturdimiento y exigir resultados concretos a quienes hoy defienden sin reservas.
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