Alberto Chicote creía haberlo visto todo en Pesadilla en la cocina, pero durante la noche del martes se topó con La dulce Harleey, donde alucinó con varios de los aspectos del local.
El bar era único. «El menú nunca se ha respetado, se hace cada día con lo que hay en la nevera», explicaba nerviosa Lola, la cocinera, después de que Chicote pidiera varios de los platos que estaban en carta.
«Las pizzas son compradas, la hamburguesa también, la empanada también, la tortilla también, es decir, vosotros lo que tenéis aquí no es una cocina, es un microondas«, criticó el cocinero al bar.
Además, los clientes entraban con comida de otros restaurantes. «Esto no lo dejan ni en el cine», se quejaba Alberto. Tras decir aquello, una moto entró por la puerta y llegó hasta el fondo del lugar.
«¿Acaba de entrar un tío en moto?», alucinaba. «Tenemos un bar de espectáculos, tenemos que darlo«, le respondía María, la dueña de aquel idiosincrático lugar.